El proceso terapéutico

EL PROCESO DE LA TERAPIA
(Notas sobre la terapia a partir del artículo de Jon y Laurie Weiss. “Corrective Parenting In Private Practice”, en el libro TA after Eric Berne y los principios de la Psicoterapia Integrativa).

Las personas suelen buscar terapia cuando tienen un problema y no están siendo efectivos en resolverlo y conseguir lo que necesitan de su entorno.
El objetivo de la terapia es conseguir una situación deseada, diferente y mejor cambiando lo que sea necesario para lograrlo de modo que la persona aumente su capacidad para resolver los problemas y por tanto para satisfacer adecuadamente sus necesidades en su relación consigo misma y con el entorno (modelo de persona sana y efectiva).
Con frecuencia las personas, aceptando su definición de la situación, se dedican a localizar la causa de su inefectividad para resolver problemas en el entorno exterior (“Si no fuera por…”) o en alguna inadecuación constitucional y por tanto inmutable de sí mismo (“Simplemente no puedo… Hay algo malo en mi”) o en ambas cosas.

En la terapia, la relación entre terapeuta y cliente o entre el cliente y el grupo se estructura de modo que se espera de todos que interactúen (realicen transacciones) de modo que se ajusten a la definición de persona sana y efectiva.

Cuando la persona no actúa de esa manera…
– se le ayuda a reconocer el hecho,
– se le estimula a considerar lo que está consiguiendo actuando de la forma en que lo hace (la función de su comportamiento),
– se espera de ella que cambie su comportamiento de acuerdo con el modelo de persona saludable y efectiva.

El grupo es un lugar seguro donde las personas participantes pueden descubrir sus necesidades relacionales insatisfechas y (re)aprender a conseguir satisfacerlas.

Cuando nuestras necesidades no están satisfechas, el estado del yo que está más activo es el estado del yo Niño y también el estado del yo Adulto. La terapia facilitará la incorporación de estructuras en el estado del yo Padre que permitan contener la frustración del estado del yo Niño y manejarla de forma que la persona, en un estado del yo Adulto integrado pueda conseguir de manera efectiva lo que necesita mediante sus relaciones (transaccionales) con el entorno.

La terapia se estructura por tanto para aprender, reaprender y cambiar, para desarrollar la habilidad de resolver los problemas y por tanto de conseguir lo necesario para satisfacer las necesidades de manera adecuada (saludable y efectiva).

El grupo de terapia así estructurado permite poner de manifiesto los métodos particulares que son efectivos o inefectivos para satisfacer las necesidades en relación de una manera rápida y eficaz.

Cuando la persona interactúa con otros (realiza transacciones), en el grupo o en terapia individual, pronto empieza a manifestar la forma particular en que se encuentra dañada su habilidad para resolver problemas.

Cuando esto ocurre se le pedirá a la persona que haga una de estas dos cosas:
1. Mirar la fuente y la función de su comportamiento problema o
2. Cambiar su comportamiento de inmediato
También se le pide que ejercite su control Adulto sobre esos comportamientos fuera del grupo o de la relación terapéutica.

Todo lo anterior se refleja en un descenso de los comportamientos inefectivos o de los síntomas y en un simultáneo aumento de los comportamientos autónomos que conducen a la mejor satisfacción de las necesidades.

El grupo y la situación terapéutica se estructuran para que sea una situación de protección y seguridad donde aprender y reaprender tanto de las experiencias personales de cambio y satisfacción de las necesidades como de las experiencias de los otros. En el grupo y en la situación terapéutica el mensaje implícito para el Niño (herido, abandonado, descuidado o confundido) de la persona es: “Este es un lugar seguro para hacer o aprender a hacer lo que de verdad necesitas hacer”.

En el grupo o en la relación terapéutica, se combina la conciencia de cualquier deterioro de su habilidad para resolver problemas con el contrato del cliente, con su guion, las influencias culturales y con las etapas de desarrollo. Todo ello para ayudar a recuperar sus necesidades particulares de desarrollo en relación que no fueron satisfechas y que todavía están impulsando los comportamientos sustitutivos o de guion.

En el grupo o en la relación terapéutica, se refuerzan lo mínimo posible los comportamientos sustitutivos y se procura dar cuanta más respuesta mejor a las necesidades genuinas subyacentes. Cuando una persona identifica lo que necesita y pide directamente lo que necesita para satisfacerlo, normalmente aceptamos satisfacerlo o al menos aceptamos resolver con ella los problemas de cómo conseguir satisfacer la necesidad, si no estamos dispuestos a satisfacerla directamente.

Proponemos contratos para satisfacer directamente necesidades arcaicas de desarrollo. Validamos cualquier comportamiento sustitutivo y hacemos todo lo posible por indagar y comprender su función de supervivencia y minimizar que consigan cualquier refuerzo.

La intención de toda indagación o de la confrontación respetuosa es ante todo ayudar a la persona a experimentar lo que es la necesidad real y a tomar la iniciativa apropiada para conseguir satisfacerla y lograr su cierre. También ayudarle a distinguir las necesidades actuales de las necesidades de desarrollo no resueltas y a responder de maneras diferentes a ellas.
Para ello ayudamos y pedimos a la persona a que identifique lo que siente o lo que necesita y que haga algo al respecto. Podemos sugerir un comportamiento particular para que experimente con él, dentro o fuera del grupo o de la situación terapéutica. Podemos tomar la iniciativa de hacer algo para satisfacer la necesidad de la persona. A veces le sugerimos cual puede ser su necesidad o sentimiento, basándonos en lo que observamos y en la reacción contratransferencial que experimentamos , y le pedimos a la persona que verifique si estamos en lo cierto, y si es así, sugerimos a la persona que haga algo al respecto de la necesidad o el sentimiento.

A veces la persona pone en marcha maniobras para evitar el contacto interno o relacional. Cuando se reconocen estas maniobras, analizamos el proceso terapéutico relacional para verificar la sintonía con el cliente, aprender de los errores terapéuticos, de las rupturas del contacto y reorientar la relación para recuperar el contacto y proseguir la indagación con las mismas intenciones que antes.